Querido Padre celestial, gracias por estar siempre con nosotros. Ayúdanos a recordar que nos das esperanza incluso cuando estamos heridos. Tú puedes transformar lo roto en algo hermoso, y confiamos en que seguirás haciendo esto en nuestras vidas. Te alabamos por todas las maneras en que ya lo has hecho. En el nombre de Jesús, amén.