Después de que tú y tu hijo hayan terminado de comer y estén teniendo un momento familiar privado, inicia la conversación.
Di: Acabamos de terminar una comida deliciosa. Ahora, cierra los ojos y concéntrate en tu estómago. ¿Cómo se siente? ¿Cómo se compara con cuando te sentaste a la mesa? (Dale tiempo para pensar en sus respuestas; lo ideal es que describa qué tan lleno se siente.)
Toca tu barriga. ¿Cómo se siente?
Di: Al igual que nuestras barrigas, nuestros corazones también pueden llenarse. Por ejemplo, cuando alguien nos elogia, nuestros corazones pueden llenarse de felicidad o amor. Pero también pueden llenarse cuando alguien hiere nuestros sentimientos o nos hace enojar.
Las emociones y los sentimientos son completamente normales. Pero si no las manejamos, ¡saldrán de nosotros como un volcán! Nos llenamos de emociones, y tenemos que encontrar una manera de sacarlas. Antes de llegar a ese punto, hay algunas cosas que podemos hacer para “vaciar” esas emociones. Pensemos juntos en algunas ideas.
Piensa con tu hijo sobre algunas formas productivas en las que puede liberar sus emociones la próxima vez que se sienta triste, enojado o frustrado:
Di: Sentir emociones intensas está completamente bien. ¡Incluso Jesús expresó sus emociones en voz alta cuando estaba en la tierra! (Juan 11:35, Hebreos 5:7). Pero a medida que crecemos, necesitamos encontrar nuevas maneras de manejar nuestras emociones. Prueba estas estrategias la próxima vez que te sientas frustrado.
Comparte la esperanza de la Palabra de Dios y oren juntos.