Como padres, estamos constantemente expuestos a situaciones estresantes y de alta presión. Manejar un hogar y cuidar de nuestros hijos no es tarea fácil, y si te sientes abrumado o agotado, no estás solo.
Cuando atravesamos situaciones estresantes o traumáticas y no las procesamos adecuadamente, pueden convertirse en factores desencadenantes. Estas respuestas de “lucha o huida” pueden originarse en nuestra infancia o en experiencias de la vida adulta y, si no aprendemos a manejarlas bien, pueden generar aún más estrés o tensión en nuestra vida diaria.
Si notas que reaccionas con enojo cuando tus hijos dicen o hacen algo específico, es posible que estés siendo afectado por un desencadenante. Aquí tienes tres cosas que necesitas saber sobre los factores desencadenantes en la crianza.
1. Tener desencadenantes no significa que seas un mal padre.
Cuando cuidamos de nuestros hijos, nuestra vida puede girar por completo en torno a ellos. ¡A veces olvidamos que nosotros también tenemos nuestras propias necesidades!
Así como nuestros hijos han experimentado traumas y han desarrollado desencadenantes, nosotros también podemos tener dificultades. Jesús nos advirtió que en este mundo tendríamos aflicciones, y es imposible llegar a la adultez sin haber sentido, de forma directa o indirecta, los efectos del pecado en este mundo.
Si descubres que ciertas palabras de tus hijos o acciones de tu cónyuge te desencadenan, eso no significa que seas un mal padre —ni un mal cristiano. Significa que eres humano y que has vivido en un mundo caído. Lo importante es reconocer que esos desencadenantes pueden señalar áreas en tu vida que necesitas rendir al Señor y en las que debes buscar sanidad.
2. Tus circunstancias no son el problema. Tú tampoco lo eres.
Cuando estamos en medio de una semana ajetreada, llena de tareas escolares, idas y venidas al colegio, y un sinfín de prácticas deportivas, es fácil sentir que nos equivocamos en el camino. Nos decimos que, en algún punto antes de llegar a donde estamos hoy, tomamos una mala decisión.
Si tan solo nos hubiéramos mudado a otra ciudad…
Si tan solo hubiéramos elegido un mejor trabajo…
Si tan solo fuéramos mejores padres…
Cuando nos sentimos provocados por cosas pequeñas —como el tráfico o que nuestro hijo se vuelva quisquilloso con la comida—, es fácil encontrar mil aspectos de nuestra vida que desearíamos poder cambiar. Y aunque todos tenemos áreas en las que necesitamos crecer, los desencadenantes suelen ser señales de una herida emocional que necesita la sanidad de Jesús.
Por lo general, esas cosas no son el verdadero problema. Y tú, tampoco lo eres.
3. Hay una solución.
La buena noticia es que no tienes que vivir atrapado en tus desencadenantes. Existen herramientas prácticas que pueden ayudarte a manejar tus reacciones y sanar las heridas emocionales de donde provienen.
Una opción muy útil es el entrenamiento EPIC de 4KIDS, una capacitación en línea diseñada especialmente para equipar a padres, cuidadores y miembros de la comunidad que trabajan con niños. El objetivo es fomentar conexiones sanas mientras aprenden a enfrentar los desafíos con cuidado y comprensión.
En el corazón del entrenamiento EPIC está el poder sanador de las relaciones, al combinar la Palabra de Dios con técnicas sensibles al trauma y basadas en evidencia. Puedes inscribirte en el próximo entrenamiento sin costo alguno [aquí].
A menudo, una combinación de oración y terapia es la estrategia más útil para ayudar a los adultos a superar los factores desencadenantes en la crianza. Dios puede sanar cualquier herida, y el uso de ciertas técnicas terapéuticas puede ayudarnos a identificar y liberar el trauma que hemos almacenado en el cuerpo.
CONCLUSIÓN CLAVE
Tener desencadenantes no te convierte en un mal padre. Invita a Jesús a tu situación, busca consejería bíblica y apoyo terapéutico para sanar traumas no resueltos, manejar tus emociones y responder con sabiduría.
” Les he dicho todo lo anterior para que en mí tengan paz. Aquí en el mundo tendrán muchas pruebas y tristezas; pero anímense, porque yo he vencido al mundo. “ ~Juan 16:33 (NTV)
APLICACIÓN
La hora de comer puede ser el momento perfecto para recordarle a tus hijos cuánto los amas tú… y cuánto los ama Jesús. La próxima vez que prepares la cena o estés empacando almuerzos para la escuela, invítalos a jugar Amar sin medida, un juego sencillo diseñado para fortalecer los lazos en tu hogar.
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